Emprendimiento y lectura

Concepto

Emprender, emprendimiento, empresa cultural es un grupo léxico y conceptual que procede del campo económico-empresarial y que supone básicamente la iniciativa para resolver demandas o necesidades de la sociedad.

Con todo, la traslación literal de categorías tales como mercado, modelo de negocio, etc., ha desarrollado otros matices, como el llamado emprendimiento social. En este terreno, incluso, se ha producido una evolución desde una vinculación con las ONG y asociaciones culturales no lucrativas a su relación con las empresas culturales que pretenden ser viables económicamente, esto es, obtener beneficios. En todo caso, nociones tales como fidelizar clientes o capital cultural (Bourdieu) son dignas de ser incorporadas con un espíritu ecléctico.

 

 

Análisis

Aprender a desaprender

La cultura emprendedora va unida directamente a la acción y la innovación, el empren- dedor es alguien que busca convertir sus ideas y aspiraciones en proyectos alternativos y llevar estos a la realidad. Para ello previamente ha de «aprender a desaprender» (Dennet), esto es, a desconfiar de las ideas y soluciones preexistentes, de las precon- cepciones, y buscar otras mejores. Por ello, debe primero examinar las representa- ciones personales y sociales sobre la lectura y la escritura, reconocer los problemas y pensar en propuestas y soluciones alternativas e innovadoras para los mismos. La autoobservación es en este caso una buena piedra de toque, pues todos tenemos interiorizados ciertos estereotipos, como ocurre con la lectura escolar, los clásicos, etc.

Innovación ante prácticas y demandas emergentes en los nuevos contextos

Dentro de la nueva cultura, donde la ciudad es también un agente alfabetizador o promotor del ocio y de iniciativas emprendedoras, los participantes potenciales suelen ser ciudadanos corrientes, amateurs, escritores noveles, jóvenes y toda clase de personas aficionadas a prácticas de lectura y escritura; sus escenarios pueden ser la calle, el teatro, los cafés, los espacios juveniles; los artefactos pueden ser los libros, pero sin duda aparecen muchos otros instrumentos, dispositivos electrónicos, novelas gráficas, esto es, textos influidos por la intermedialidad; finalmente, las acti- vidades ya no se encapsulan en los formatos clásicos, pues los talleres, performances y otros tipos de actividades se combinan con las actividades convencionales de recita- les, presentaciones de libros..., y en ellas a menudo se practican formas alternativas, como la escritura creativa, colaborativa, etc.

 

Implicaciones

El emprendimiento en la escuela

El emprendizaje es un neologismo que sincretiza los términos de aprender y emprender, y significa aprender emprendiendo, con la connotación de traslación al aula de las metodologías del emprendimiento. Los cuatro pilares de la educación son saber hacer, saber conocer, saber ser y saber convivir. No menos importante es el quinto pilar: aprender a emprender. En la práctica, el proyecto de emprendimiento se plantea como una indagación donde tan difícil es el buen diseño, la consulta de buenas prácticas, el ajustar los recursos, etc., como el saber «gestionar la complejidad» (Morin), procurando por tanto comprender y conciliar todos los elementos en juego. El emprendedor no es un idealista ni un simple especulador de ideas, por muy creativo que sea. Debe reconocer las debilidades y fortalezas de cualquier proyecto que lleve adelante, no tener temor a equivocarse, asumir los riesgos, trabajar en equipo y tener dotes de liderazgo y de gestión eficiente, en la parcela que le corresponda. Su formación teórica es importante. Debe partir de conceptos eje: «campo y habitus» (Bourdieu), tiene que ser consciente desde qué ámbito interviene (la cultura escolar) y con qué predisposiciones, es decir, los esquemas mentales y corporales que han primado y visibilizado ciertas prácticas y rutinas (por ejemplo, la lectura oral silenciosa y la escasa participación del cuerpo) en detrimento de otras.

 

El emprendimiento como eje de la formación docente

El profesor es también un mediador y un emprendedor de aprendizajes en su ámbito de trabajo. Por ello, debe primero tomar conciencia de las propias representaciones y estereotipos internalizados sobre la lectura, y de su propia trayectoria personal como lector. Es lo que llamamos «Mi perfil como lector», que no es sino una historia de vida. Normalmente, se empieza por dificultades o problemas en la lectura, pero antes es preciso reflexionar sobre las propias percepciones y experiencias sobre lectura y, seguidamente, sobre las prácticas reales (literacidad escolar, familiar...). Para eso es preciso ser consciente del papel activo en la construcción de estas representaciones sobre qué significa leer que tienen todos los participantes y en el carácter social y cultural de la literacidad: al leer y escribir no solo se aprende a leer, sino que se com- parten identidades y valores.

 

Los espacios de alfabetización socializan y construyen ciudadanía, porque son espacios de intercambio, de convivencia, que deben conllevar literacidad crítica. Por ello, hace falta en estos ejes:

  • Formar en alfabetizaciones múltiples que sirvan para construir espacios letrados. 
  • Cultura letrada y espacio letrado: objetivos de la «alfabetización extendida» (Goody). La cultura letrada va más allá de la alfabetización básica, discernir implica enjuiciar, ser un lector experto, leer entre líneas, elaborar conclusiones, es decir, alfabetización crítica. Lectura crítica de textos impresos y de Internet. 
  • Lectura crítica como deconstrucción, desmontaje, reconstrucción de las estructuras e intenciones del texto. 

 

Los nuevos escenarios educativos y, en especial, los que enmarcan la formación del profesorado demandan con urgencia la incorporación de otros medios y metodologías, en particular, el emprendimiento y los nuevos alfabetismos. El eje de la formación docente debe ser la conversión del educador en un emprendedor polialfabetizado, capaz de transformar su entorno en espacios favorables a la lectura y la escritura, esto es, en ambientes letrados.

 

La relación entre lectura y emprendimiento es total, se lee o se escribe a partir de unas inclinaciones, aficiones o experiencias previas y eso genera otros ámbitos y otras derivaciones que llevan a las personas y a los grupos a identificarse con determinadas corrientes o textos de la cultura escrita. La cultura fan conoce este mecanismo a la perfección: hay siempre focos de irradiación y luego se produce esa fusión o empatía de seguidores (fans), que son los que realmente crean un ambiente, compran o fabrican artefactos relativos a ese culto o moda, y los que finalmente crean sus propios scripts. En un cosplay o fiesta de disfraces de fans se produce un ejemplo de estos nuevos espacios letrados, pues el fan siempre parte de una versión canónica o estándar de la obra objeto de culto. No solo lee el texto en cuestión, sino que es capaz de corporeizarlo, de habitarlo (a través de estas fiestas, juegos de rol o maquetas), de gestualizarlo.

 

En síntesis, el espacio letrado sigue siendo un espacio lúdico e iniciático, con la diferencia de que la lectura oralizada o la tertulia ya no son los modos únicos o dominantes de sociabilidad en torno a la lectura. Lo marginal, en forma de rap, hip hop u otras manifestaciones, también aparece desafiante ante los espacios letrados. Los museos y casas de lectura se convierten así en privilegiados testigos de la evolución de los ecosistemas de la lectura y de las síntesis posibles.

 

El museo del cuento entre los pequeños, y la fan fiction entre los mayores, son ejemplos fehacientes de que se necesita poner el texto en acción, corporeizarlo, hacerlo físico y tangible, jugarlo. Por tanto, articular estos espacios supone saber integrar contextos con continentes y contenidos, es decir, partir de una literacidad situada. Los espacios que son lugares especiales, o al menos que así son sentidos por la comunidad, tienen ese poder de fascinación sobre esta.

 

Los imaginarios culturales han insistido a menudo en el símbolo del viaje como base para representar la lectura. Hay muchas otras analogías no menos heurísticas: el jardín, el restaurante, el spa, el barco, el parque, la tienda o el mercado, el circo, etc. Todos ellos son ambientes, más o menos excepcionales, que pueden encarnar y vehicular la reflexión sobre la cultura escrita, como ocurre en este barco de piratas (Proyecto sobre la lectura de Peter Pan):

 

Referencias

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Fecha de ultima modificación: 2014-02-11